El 11 de enero de este recién estrenado 2017, leía la siguiente noticia en prensa: “El Tribunal Supremo ha confirmado la fianza de 65 millones de euros impuesta por la Audiencia Nacional a la empresa Fertiberia para limpiar los espacios de la marisma de Huelva ocupados por las balsas de fosfoyesos”.
WWF señala en la misma noticia que lleva “casi dos décadas luchando en los tribunales para que Fertiberia repare el daño causado por sus vertidos de fosfoyesos y devuelva la marisma de Huelva al estado en el que le fue cedida por todos los ciudadanos”.
Conozco bien el caso; corría el año 1994, cuando la Agencia de Medio Ambiente de Andalucía (AMA) nos encargó el proyecto de “Propuesta de asignación de usos y proyecto de revegetación del vertedero industrial de Punta del Sebo”, se trató de un nuevo esfuerzo de este organismo por restaurar y recuperar la zona, e integrarla en el próximo casco urbano de la ciudad de Huelva. De forma previa a nuestro proyecto, la AMA ya había invertido 1.776 millones de pesetas, procedentes de fondos europeos en su mayoría, para impermeabilizar una parte de las superficies ocupada por los fosfoyesos, realizar plantaciones y tratar de darles un uso que devolviera esta zona a los onubenses.
Para ello, se alinearon con los arquitectos que revisaban el Plan General de Ordenación Urbana y con un equipo de expertos capitaneados por la cátedra de proyectos de la ETSI de Montes de Madrid (nosotros, pero no tan expertos por aquel entonces…). El resultado fue un magnífico proyecto que, desgraciadamente, resultó inejecutable por los elevados niveles de contaminación atmosférica, procedentes de la actividad del polo industrial, a los que estaba sometida la zona.
Han pasado más de 20 años y las superficies restauradas han mejorado mucho su aspecto, pero bajo la capa de sellado de arcilla todavía existen más de 60 millones de toneladas de residuos de naturaleza diversa, en contacto con la marisma. Si cruzamos el Estero del Rincón, nos encontramos con un desolador paisaje lunar en el que las balsas de fosfoyesos todavía están a cielo abierto y siguen ocupando una banda ancha en la marisma del Tinto.
José María Segovia Azcárate en su libro “Huelva y su monumento a Colón” describía la zona en los años 60; “La Punta del Sebo, con su pequeño muelle, su rotonda y fuente de hierro en el centro, con aquellos poyetes blancos que servían de protección a la entrada del muelle embarcadero, con sus altos árboles siempre acariciados por la brisa del mar y el ruido de sus frondosas ramas al chocar unas con otras, son recuerdos de nuestra infancia, (…). Luego llegó el PGOU de 1964 que le concedió a los terrenos un uso industrial y se inició la situación en la que 50 años después seguimos inmersos.
Es cierto que ni en los 60 ni en los 90 teníamos conocimientos, ni experiencia, ni instrumentos legales suficientes en materia de medio ambiente, pero hemos avanzado mucho desde esos momentos y aún nos queda un largo camino por recorrer.
Prevención (planificación) y sólo después corrección y compensación. Remediemos lo que sea necesario, pero no dejemos de poner el acento en las políticas, los planes y los programas, porque sólo de esta forma conseguiremos prevenir y no serán necesarias estas sentencias que, aunque son bienvenidas, difícilmente conseguirán devolver a la zona las características que describía José María Segovia en sus textos.